EL FARO: LOCURA EN BLANCO Y NEGRO
- Agustin Aguilar
- 21 feb 2020
- 2 Min. de lectura

Situada hacia finales del siglo XIX, El Faro es la segunda obra del director norteamericano Robert Eggers. Mucho más trabajado en todos los sentidos que su opera prima “La Bruja”.
La historia involucra a dos hombres, Thomas Wake (William Dafoe) y Ephraim Winslow (Robert Pattinson), quienes deben cuidar las instalaciones de la construcción que da nombre a la película, la cual se halla en una isla muy brumosa, fría y alejada de todo, lo cual los obliga a no tener relación con otros seres humanos, más que la mutua.
Winslow es un hombre joven, más bien serio que viene a reemplazar bajo contrato temporal al anterior acompañante del otro protagonista que murió por causas desconocidas antes de su llegada. Thomas Wake, es un hombre gruñon, necio y algo mayor, bastante autoritario que tiene un problema con la bebida.
Mientras realiza sus labores rutinarias, Ephraim empieza a ver cosas extrañas, escalofriantes como troncos de árboles flotando próximos a las costas del faro, y extraños seres parecidos a sirenas u otras míticas criaturas marinas, siendo entre todo esto acosado por una inquietante gaviota con un solo ojo. En determinado pasaje del film, Winslow mata al ave en un arranque de ira… y ese acto enciende el motor demencial de la pelicula, porque posteriormente se desata una tormenta dando inicio a una pesadilla, donde se confunde la realidad y colapsa. Allí se logra el objetivo del director, mostrar la cara más oscura y retorcida de los personajes y el faro que es un personaje en si mismo.

Con un ambiente oscuro y en blanco y negro, hostil, claustrofóbico por los ambientes donde transcurre la mayoría de la película, la atmófera sofocante, y los olores que se pueden percibir de la mano de su increíble fotografía, más la titánica actuación de Pattinson y Dafoe que se cargan al hombro las dos horas de película, su director, al igual que hizo en su primer obra, muestra o refleja los retorcidos caminos a donde la mente humana puede transitar, más aun cuando la creencia o superstición es parte del condimento y potenciada por un ambiente agreste y rudimentario.
Añadir también la sombría y desesperanzadora banda sonora y efectos de sonido que terminan de cerrar un producto redondo.
Importante mencionar su simple pero potente guión que se apoya en la mitología, el folclore popular y de la literatura. Todos estos elementos están desparramados y representados a lo largo de toda la película de una forma estratégica y exquisita. Aún así, la película es tan fuerte por si misma que no se necesita tener todas estas referencias guardadas en la memoria para que logre su cometido, atraparte y perturbarte como si estuvieras dentro de una pesadilla interminable.

Si de planes estás escaso, El Oso te invita a que veas este fin de semana una de las mejores películas de este todavía joven 2020.
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