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FROZEN 2 NO FUE MUCHO MÁS ALLÁ

  • Foto del escritor: Agustin Aguilar
    Agustin Aguilar
  • 16 ene 2020
  • 2 Min. de lectura

Luego del estreno de la primera parte en 2013, y como muy pocos lo pensaban, convirtiéndose en el máximo referente de esta nueva edad de oro de Disney y un éxito en taquilla, tanto la empresa del ratón como sus directores Chris Buck y Jennifer Lee ya planeaban lo que iba a ser la continuación de la historia de Elsa y compañía.

Todo ese éxito dio como resultado la secuela que tenemos hoy en nuestros cines, una que se esfuerza por ser continuista, correcta y lograr extraer un poco más de dólares a la idea original.

El film, con su insoportablemente llena cantidad de canciones todo el tiempo, se encarga de mostrar cuál es la situación actual en Arendelle y como todos están felices en el estado en el que se encuentran, solo con el objetivo de que Elsa despierte su negativa a la llamada del bosque (con hit musical) que es lo que mueve la película. Hay que aclarar que no molestan las canciones, sino que hay el doble de las que habían en su primera parte, y por cada movimiento o sentimiento que tienen los personajes comienza una, lo que termina siendo agobiante para el espectador, sobre todo para el público más adulto.

Siguiendo con la música, más allá del aspecto mencionado anteriormente, es una obra de arte, pero no tiene la misma magia que su primera parte. Y esto es otro de los problemas que lleva la película. La trama es facilitada de una manera tan enérgica, que pierde esa frescura. Busca de todas formas una excusa para tener esa esencia de éxito que caracterizó la primer aventura.

En cuanto al desarrollo de trama, insistimos en que es muy simple, concisa, predecible y se centra en el por qué Elsa tiene los poderes que tiene y no tanto en el crecimiento personal de cada uno de los personajes, lo cual podría haber enriquecido la historia un poco más. No se le puede pedir el desarrollo de personaje de Joker a una película para niños, pero tampoco es para llegar al extremo de lo soso.

La historia no termina de enganchar, se limita a jugar con elementos e ideas similares a la primer Frozen y no trata de correr ningún peligro. Si bien busca algún que otro elemento que le dé un poco más de oscuridad y adultez, con algunas subtramas, se va todo por el piso cuando Olaf aparece tanto tiempo en pantalla. Sus comentarios, emociones y salidas, agradarán a los más chicos, pero serán un gran dolor de cabeza hasta el final para los adultos. Juega bajo el concepto de ser una buena película para hacer pasar un buen rato a los niños, dejando de lado toda seriedad y competencia de cara a la entrega de premios.

Para finalizar podemos decir que la peli no hacía falta, porque hasta en lo visual que hace un trabajo grandioso no destaca frente a la primera historia. No tiene esa chispa, esa magia del cine que se necesita para ser algo más que una secuela que recaude solo por su nombre. Hace su trabajo, entretiene, tiene elementos de los clásicos de Disney por todos lados, pero podría haber sido mucho más. Es digna, funciona, pero si se tiene que comparar una y otra vez con su antecesora te deja helado.

 
 
 

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