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OTRA EXCEPCIÓN EN LOS REMAKES: EL HOMBRE INVISIBLE

  • Foto del escritor: Agustin Aguilar
    Agustin Aguilar
  • 9 abr 2020
  • 3 Min. de lectura


En cierta forma, la mala fama o crítica de los remakes o reboots, en los tiempos que corren y con la larga lista de películas, olvidables, está justificada. Salvo algunas grandiosas y muy pocas excepciones, este tipo de producciones se limitan a fagocitar ideas, se recalientan y se sirven otra vez con la necesaria base de su original, pero con aquellos elementos añadidos para atraer al público una vez más, con la misma idea, a las salas.

Sin embargo, un remake, en la correcta forma, es un mecanismo fantástico para lavarle la cara a grandes clásicos del cine, adoptando su camino original y reformulándolas según la realidad y el contexto sociopolítico al momento de su estreno. Es, en definitiva, un ejercicio que normalmente se realiza con los buenos libros. Una renovación de la lectura que permite explorar nuevas formas, pensar nuevas ideas, nuevos caminos, posibilidades, pero siempre con la misma base.


Analizado todo lo anterior, la película que hoy tratamos es un ejemplo modelo, “El Hombre Invisible”. Tomando como base la novela original de H. G. Wells, más el lamentable y triste relato de las relaciones tóxicas, y abusivas que han desligado movimientos de protesta en los últimos años, se da a luz un film excelente en términos cinematográficos.

Tras su debut en el terror con 'Insidious: Capítulo 3' y pasar a la acción con 'Upgrade', el director australiano Whannell, pese a su corta filmografía, destaca por su agradable alejamiento de lo obvio, tomando un camino distinto al del terror puro y acercándonos más a el misterio o el suspenso.

Aunque ya mostró su habilidad detrás de las cámaras, sorprende de buena forma, la mano que tiene para controlar y dosificar el suspenso. Con un gran libreto, también de su director, el espectador puede, sin convertirla en una cinta obvia, lograr ir un pequeño paso por delante de lo que acontece, haciendo que sus más de dos horas sean un pestañeo.

A pesar de que convenientemente resuelve algunas escenas para poder encastrar bien narrativamente, volvemos a lo mismo, con algunos ases bajo la manga, el film se las arregla para salirse del camino de esa previsibilidad y da algunos giros argumentales inesperados que invitan a continuar y esperar lo inesperado.


La película baraja niveles de tensión propios del terror clásico, aunque sin jumpscares o sobresaltos. A esto combina un inteligente juego de planos generales con los que el director alimenta el miedo a una amenaza imperceptible. Siguiendo con el género de la película, que tranquilamente podría entrar en la categoría de thriller, cuando ya se quedó sin balas de miedo en el cartucho, opta por trabajadas escenas de acción, muy enérgicas. Una vez más, Whannell, te obliga a quedarte en tu silla para saber como termina todo. Un desempeño y producción sin dudas, novedoso y de lo más inteligente.



Lo último de Blumhouse Productions, termina de abrochar, con la excelentísima actuación de Elisabeth Moss. La actriz estadounidense, una vez más, demuestra su gran calidad interpretativa, afirmándose dentro de este tipo de géneros, y de los dramas, aportando a su Cecilia Kass una gran credibilidad, en este acoso por parte de uno de los villanos más clásicos de la cultura pop.

Es bastante complicado que un plano, con un salón y sillas vacías logre ponerte nervioso, pero “El hombre invisible” contiene todos los elementos que se requieren para conseguirlo. Una dirección muy firme, una actuación principal para poner en un cuadro y un tema muy crudo y muy actual que justifica traer de nuevo a la luz a un clásico reversionado una infinidad de veces. Desde el Oso, podemos decirte que esta es otra de tus películas para agendar en tu “cuarentenosa” semana.



 
 
 

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