¿Y SI ERA TAN BUENA, POR QUÉ NO GANÓ?
- Agustin Aguilar
- 12 mar 2020
- 3 Min. de lectura

Hoy el Oso, te va a llevar un mes atrás, mes donde el Coronavirus era una secuencia de proteínas sin mucho que decir aún, las bolsas no caían, y el dólar estaba “estable”. Precisamente al 9 de Febrero de este 2020, a la entrega de los Premios Óscars, en el Dolby Theatre de Hollywood. Mucho se habló sobre la película que hoy vamos a tratar. Que era una obra de arte, con un mensaje muy fuerte, muy real, con unos efectos de otro mundo y una forma de filmar innovadora. Hablamos de 1917, la película que cuenta una pequeña porción de lo que fue el fin de la Primer Guerra Mundial. Una 1917, multipremiada, agraciada y que terminó perdiendo duramente en muchas categorías, cayendo frente a Parasite en la principal, y llevándose un premio que claramente no le correspondía (nunca vimos mejor desempeño visual que lo mostrado en el Episodio IX de Star Wars o en Avengers: Endgame). ¿Y si era tan buena, por qué no ganó?

Siempre se da el caso en el que este tipo de películas, tratan de vestir su carencias estructurales, dramáticas o interpretativas con impresionantes e hipervitaminados efectos especiales, explosiones y demás elementos que aporten espectacularidad, en pos de lograr el tan anciado rédito económico en la cada vez más salvaje industria cultural. Algo que lamentablemente no se ve solo en este género, sino, en muchas películas de distinto índole que recurren a lo mencionado.
1917, está en el medio de todo eso, pero ya volveremos al por que creemos que no fue elegida ganadora y su premio consuelo fue el de “mejores efectos especiales”.
Es durante el sombrío suceso e fines de guerra en el que, a un par de cabos británicos, ubicados en el frente occidental, Blake (Dean-Charles Chapman) y Schofield (George MacKay), se les encomienda una tarea que raya en lo imposible: llevar de forma urgente, en el transcurso de un día, un mensaje que puede frenar una masacre al coronel MacKenzie (interpretado por Benedict Cumberbatch), mensaje que puede salvar la vida de 1600 soldados, entre quienes se encuentra el hermano de Blake.

Con gran cuidado en el detalle, su director, Sam Mendes, recrea a la perfección el escenario de guerra, las trincheras, los campos quemados, los cuerpos por doquier, todo acompañado de la quizás principal característica de el film, el constante “falso” plano secuencia. Con este recurso, la película a los ojos del espectador jamás hace un corte de cámara. Esta montada en una toma “a quema ropa” constante que acompaña a los protagonistas en las dos horas de duración. Es sin dudas una de las mejores películas de guerra de todos los tiempos y una nueva experiencia social en si misma. El clima que genera es de una tensión constante y la forma en la que está filmada, tan real, tan fría, tan “poco editada”, hace que el espectador se sienta al lado de los protagonistas hasta el final. La película invita a uno a convertirse en un testigo silencioso del horror de la guerra.
Vamos al veredicto y retomemos. Ya dijimos que 1917 se quedaba en el medio de una buena película y todas aquellas que tratan de cubrir sus carencias con efectos especiales. La respuesta es simple. 1917, pese a querer transmitir la desolación, la desesperación mediante la cercanía y unión con los personajes y el ambiente en general, su historia, simple y al grano, como es la guerra, no fue lo suficientemente firme como para poder ganarle a titanes del guión que si eran “Parasite”, “Mujercitas”, “El Irlandés”, “Guasón”, “Había una vez en Hollywood”, etc.

Tuvo un gran desempeño, pero simplemente habían películas más exigentes, más fuertes en la historia que contaban.
Al igual que todos los medios, somos solo una opinión más. Es una película que el Oso te invita a descubrir, porque más allá de sus carencias, fue una justa competidora al premio mayor y la super recomendamos.
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